La catarata es una pérdida de transparencia del cristalino, la lente natural del ojo, que al progresar desencadena un deterioro de la calidad de imagen. La mayoría de las ocasiones está relacionada con la edad, por la desnaturalización y degradación de las proteínas del cristalino. Pero además, existen ciertas condiciones como la diabetes, el tratamiento con corticoides, traumatismos o determinadas enfermedades hereditarias que pueden desencadenar su aparición precoz.

Existen diferentes tipos de cataratas según su causa y localización dentro de la estructura del cristalino. Un aumento homogéneo de la densidad del cristalino puede ocasionar la mejoría de la visión de cerca sin causar dificultad visual durante años. En otros casos, los pacientes pueden llegar a manifestar deslumbramientos (fotofobia), imágenes borrosas o imágenes dobles, incluso con el uso de gafas.

Catarata congénita                   Catarata madura

Catarata congénita de un paciente con buena visión (izquierda) y catarata madura de un paciente con una visión deteriorada (derecha)

Cuando la calidad de la visión es pobre y limita las actividades del paciente, el tratamiento indicado es la cirugía. Por lo tanto, el momento de operar dicha catarata depende del estilo de vida del paciente y de la decisión de su oftalmólogo.

En esta cirugía se extrae el interior del cristalino mediante una técnica llamada facoemulsificación y se sustituye normalmente por una lente intraocular (LIO). La microcirugía permite introducir la lente por una pequeña incisión mínimamente invasiva y posicionarla para recuperar la visión nítida del paciente.

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Imágenes de un paciente antes de la cirugía (izquierda) y de otro paciente tras el implante de LIO (derecha)

Los diseños actuales de las lentes intraoculares nos permiten individualizar la elección de la lente para corregir el astigmatismo y optimizar la estabilidad y transparencia.

MSc. Ramón Llano Atanes

Departamento de optometría