La conjuntivitis vírica es una de las consultas urgentes que recibimos más frecuentemente en oftalmología y otros servicios de atención primaria. La mayoría de pacientes acuden con síntomas como picor, lagrimeo, fotofobia (intolerancia a la luz), ojo rojo, sensación de cuerpo extraño y/o visión borrosa.

La causa más frecuente es el adenovirus, el cual es muy resistente a agentes físicos/químicos y pH adversos, con una gran supervivencia en ambientes secos, por lo que es tremendamente contagioso.

Los cuadros oculares más frecuentes son los siguientes:

  • Conjuntivitis folicular aislada
  • Queratoconjuntivitis epidémica: Provocada comúnmente por los adenovirus tipo 8, 19 y 37.
  • Fiebre faringoconjuntival: Provocada comúnmente por los adenovirus tipo 3, 4 y 7.

Sin embargo, hasta un 35% de las conjuntivitis víricas no son producidas por adenovirus, si no por otros entre los que se incluyen el enterovirus, coxsackie, influenza (el de la gripe), epstein-barr, citomegalovirus (CMV), etc.

El diagnóstico que se realiza en estas conjuntivitis suele ser clínico, observando los signos tan característicos de este proceso:

  • Edema palpebral
  • Hiperemia (ojo rojo)
  • Quemosis
  • Reacción folicular
  • Petequias
  • Secrección pulverulenta
  • Adenopatía preauricular

No obstante, en algunos casos pueden realizarse pruebas como cultivo celular, PCR o inmunoanálisis (mediante la nueva tecnología adenoplus).

El virus es autolimitado, pero el tratamiento con povidona, corticoides y/o antibióticos mejora los síntomas al disminuir la inflamación y prevenir la sobreinfección de bacterias. Aunque lo más importante es mantener unas buenas condiciones higiénicas para evitar el contagio, es fundamental que el tratamiento sea lo más pronto posible para evitar la queratitis adenovírica, que puede extenderse varios meses, y otras complicaciones como membranas, sequedad crónica, sobreinfección y leucomas.

MSc. Ramón Llano Atanes

Departamento de Optometría